#4 Los porqués en terapia

Newsletter #4

Los seres humanos queremos saber los porqués. Eso está bien, y quizá ha sido parte de lo que nos ha permitido proliferar tanto como especie.

Queremos entender, descubrir, hallar una explicación razonable y razonada. Así hemos entendido —como especie, yo, personalmente, no— que el mundo está hecho de partículas invisibles que se comportan de una manera asombrosa y, a veces, impredecible. Así hemos llegado a dominar el mundo. Está en nuestra naturaleza ese deseo de poner etiquetas, establecer relaciones de causa, darnos una explicación que nos cuadre… Y así llegamos los seres humanos a terapia, queriendo entender, saber qué nos pasa y por qué.

«¿Por qué me pasa esto? ¿Por qué a mí? ¿Qué lo ha causado?» Esta es una pregunta frecuente en nuestros despachos. Y sin duda es interesante, y más aún para nosotros, que somos apasionados analistas de la conducta humana. Pero…

  • No siempre hay una sola causa identificable. Pueden —y suelen— ser varias que han confluido y se han influido mutuamente.
  • No siempre podemos acceder a ellas, porque no están en el recuerdo consciente del paciente.
  • Y lo más relevante, contra lo que la mayoría de la gente piensa: no siempre es necesario saber la causa, el origen, el porqué inicial, para cambiar, mejorar, resolver.

Perdón por el símil, pero no necesito saber qué, cómo y cuándo se estropeó la tostadora para poder arreglarla. Necesito saber qué no funciona.

Con la conducta humana, en la mayoría de los casos que atenderemos, necesitamos saber qué no funciona ahora, qué puede estar manteniendo el problema, hacer un mapa actual de lo que está pasando. Eso nos ayuda a ayudar.

Las razones son siempre interesantes, pero a veces no son el lugar donde buscar.

Gracias por confiar, por estar, y por formar parte de este camino.

Un abrazo,  
Equipo Actúa

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