El privilegio de acompañar la vulnerabilidad

Newsletter #16

Es quizá el único lugar donde las personas pueden ser tal como son: mostrar todas sus inseguridades, sus dudas, sus miedos, sus más profundos dolores, sus ofensas más sentidas, sus recuerdos dolorosos, donde otros les dañaron o ellas mismas no estuvieron a la altura y fallaron, se fallaron; mostrar lo vergonzoso, lo patético o lo torpe que uno fue. O relatar lo más triste vivido. Todo tiene espacio.

La consulta es un lugar donde las conversaciones son verdaderamente profundas, valiosas y sentidas por ambos interlocutores. Es un lugar donde nada será castigado ni juzgado, y es por eso que, al fin, la persona puede mostrarse libremente como es. No sucede desde el inicio, claro, pero es labor del terapeuta hacer sentir al que consulta que, al fin, aquí se puede SER sin miedo. Si el terapeuta no lo logra, fallo suyo.

No es lo único que ha de ocurrir en consulta, pero sí es básico. También ha de ocurrir que, juntos, el profesional y el paciente —cliente— formen *un equipo de verdad, comprometido y cargado de mutua confianza. Primero tendrán que recoger datos —es casi una investigación policiaca, pero aquí no hay malo—, después analizarlos, lanzarse una hipótesis —no ya de por qué pasa lo que pasa, sino de por qué sigue pasando a pesar de no ser agradable ni, aparentemente, positivo para el paciente—, y luego proponer nuevos aprendizajes, pequeños “experimentos”, pruebas, retos… que permitan al consultante trascender el momento presente doloroso, salir de la rueda, ver el mundo o a sí mismo con nuevos ojos y seguir su camino. Es una unión temporal que tiene una fuerza y una belleza —si se me permite— tremenda.

Y esto, esto que pasa aquí, no pasa tanto fuera… El mundo es —con frecuencia— un lugar donde SER uno no es fácil, y donde el miedo, la apariencia y el juicio forman un vórtice en ocasiones insaciable. Por eso es tan increíble para los propios psicólogos, y lo apreciamos y valoramos como un privilegio. Y por eso, a veces, fuera de estas paredes, las conversaciones nos parecen insulsas. 

Después de tener el privilegio de que alguien te muestre su humanidad y de reconocerte en ella… ¿qué otra cosa puede igualarse? Quizá un paseo por la naturaleza. No ya la humana, que por esa es por la que tenemos la suerte de pasear a diario.

Gracias a nuestros pacientes, siempre.

Porque, aunque para algunas personas resulte asombroso, el ser humano en su vulnerabilidad muestra una belleza conmovedora.

 
Gracias por confiar, por estar, y por formar parte de este camino.

Un abrazo,  
Equipo Actúa

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